CORAZÓN CONTENTO
1 Timoteo 6:3-10
¿Cómo debernos vivir nuestra vida con los valores del reino de Cristo en este tiempo de estar en casa a causa del COVID 19? Unos están insatisfechos por no ganar más dinero, aunque otros están en necesidad porque viven al día y muchos ya perdieron sus trabajos. En tiempos normales le dedicamos mucho tiempo al trabajo y poco a la familia y andamos buscando satisfacción al tener un poco más de lo que tenemos.
Luchamos como cristianos con dos aspectos en nuestra vida muy frecuentes “la Codicia o avaricia es idolatría” Efesios 5:5 y Colosenses 3:5. Esto nos causa mucha presión o estrés como se dice actualmente, más aún cuando vivimos en una sociedad profundamente consumista.
La hijita de un padre que se quejaba de todo, una tarde dijo “Yo sé lo que les gusta a todos en nuestra familia y empezó a decir a Juan le gustan los tacos, a Mariana le gustan las pizzas, a mamá le gusta el pollo. Y no dijo nada de papá entonces él preguntó ¿y a mí que me gusta? Todo lo que no tenemos.
Vivimos en una sociedad materialista, consumista y descontenta, los vendedores nos tratan de persuadir para adquirir, consumir, potenciar, y ampliar. Esta sociedad se distingue porque estamos muy endeudados, todo se lo debemos a las tiendas y a los bancos o los prestamistas. Esto nos produce ansiedad. También en este tiempo vemos que los cambios son muy veloces o violentos, todo cambia y nosotros queremos cambiar también, aunque andemos siempre tensos y decepcionados. En este punto están los matrimonios, pues parece que oyen una voz que les dice “Ya cámbiala” o “Ya cámbialo” y se divorcian acarreando angustia y tristeza en los hijos.
Alguien definió nuestra sociedad como “el lugar donde viven personas que gastan lo que no tienen, para comprar cosas que no necesitan, para presumirle a gente que no les importa”.
Así como los barcos de carga tienen una línea de flotación, para que no los carguen de más y se lleguen a hundir muriendo muchas personas y perdiendo su carga, necesitamos una línea en nuestras vidas para navegar con éxito en nuestra cultura materialista.
El Espíritu Santo inspirando a Pablo en su carta a Timoteo nos da ideas básicas para vivir dentro de la línea de flotación.
1.- Debemos estar alerta a los peligros de la avaricia.
Carlos Spurgeon dijo que entre los cientos de pecados que los hermanos le confesaron nunca había oído el pecado de la avaricia. Todos luchamos con la avaricia.
La avaricia es un deseo de tener más, deseo desmedido de poseer, lo que sea, aunque sea menor a lo que ya poseemos o aunque sea de otra persona. “Se trata de un enemigo mortal del alma que nos tienta a ignorar la línea de flotación y sobrecargar peligrosamente nuestras vidas”.
La avaricia corrompe nuestra visión de la verdad de Dios
Aquí en 1 Timoteo 6:3-5 describe a los falsos maestros que tienen una característica particular: explotan a la iglesia; pues tienen a la piedad como fuente de ganancia. O sea, se aprovechan de la religiosidad de las personas, para hacerse ricos.
La avaricia contamina nuestros valores
En 1 Timoteo 6:9 nos dice que “los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición”. Todos tenemos tentaciones, pero hay algunas especiales para los que quieren enriquecerse. La búsqueda de ganancias se ha convertido en un encuentro con la tentación: nos hace ignorar a mi familia; transigir nuestra integridad; hacer a un lado nuestras convicciones; imitar el estilo de vida de los que tienen más que yo.
La avaricia nos cambia totalmente la vida.
Necesitamos nuestra línea de flotación en la vida. No podemos amar y servir a Dios y al dinero. Aquellos que aman el dinero no conocen a Cristo y están destinados a la destrucción total.
Es bueno tener las cosas que el dinero puede comprar, siempre que no perdamos las cosas que el dinero no puede comprar: amor, paz, amigos, verdaderos salud.
La avaricia ahoga nuestra fe 1 Timoteo 6:10. “El amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores”. Jesús vio la codicia como un enemigo mortal, por eso su advertencia fue directa: “Estén atentos y guárdense de toda avaricia porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. Lucas 12:15
2.- Debemos cultivar un corazón contento
El antídoto para la avaricia es el contentamiento, cualidad que es parte de la verdadera espiritualidad. La piedad y el contentamiento son inseparables.
El Contentamiento se aprende:
- No se trata de autosuficiencia sino de suficiencia en Cristo
- No es resignación, sino satisfacción.
- No anula la capacidad de desear. Por eso oramos que Dios nos cambie nuestras circunstancias, que tengamos salud, etc. Pero sí se trata de Aceptar lo que Dios establece.
- No anula la tristeza ni el dolor, ni el sentimiento, pero sí me ayuda a luchar eficazmente con esos sentimientos.
- No se trata de pasividad sino de la capacidad de sacar de una situación todo lo bueno, útil y eficaz que hay en ella. Por eso uso mi cerebro para actuar inteligentemente confiando en el Señor.
- No depende de las circunstancias.
A veces confundimos el deseo con la necesidad. Lo quiero entonces lo necesito. Los vendedores procuran crear necesidades a partir de lo atractivo de su producto. Pero las necesidades básicas de la vida son conocidas y suplidas por Dios, Dios nos da dirección por medio de nuestras necesidades básicas, para que demos pasos de fe actuando en el trabajo, planes, oraciones, etc.
La Piedad es usada por Pablo en esta carta ocho veces, para describir lo que se puede llamar verdadera espiritualidad. Actitud interna de reverencia y respeto que se expresa en actos externos de temor del Señor, y adoración. Se trata de una vida centrada en Dios.
Para tener una verdadera espiritualidad es necesario conocer el “misterio” ya develado de la piedad que es el EVANGELIO 1 Timoteo 3:16. “Cristo fue revelado en un cuerpo humano y vindicado por el Espíritu. Fue visto por ángeles y anunciado a las naciones. Fue creído en todo el mundo y llevado al cielo en gloria”. (NTV).
Terminamos releyendo del versículo 6 al 8 “Ahora bien, la verdadera sumisión a Dios es una gran riqueza en sí misma cuando uno está contento con lo que tiene. Después de todo, no trajimos nada cuando vinimos a este mundo ni tampoco podremos llevarnos nada cuando lo dejemos. Así que, si tenemos suficiente alimento y ropa, estemos contentos”.
Si vas a un museo y te gustan algunas pinturas, las ves y las vas escogiendo después tomas cada una y te las llevas bajo el brazo. Pero al llegar a la puerta el guardia te detiene y te dice que no son tuyas, solo son para ver dentro del museo. Así actuamos en la vida como si todo lo que tenemos nos lo vamos a llevar después de que muramos. Pero no es así, por eso mejor estar contento con lo que Dios te ha dado para que disfrutes.
Oremos. Si te identificas como descontento y si lo deseas puedes orar conmigo:
Gracias Dios por la enseñanza de tu palabra, reconozco que soy una persona descontenta, pero tú me llamas a disfrutar todo lo que me has dado y me controlas mediante lo que no me has dado. Te pido perdón por mi malicia y te suplico que llegue diariamente a ti confiando solamente en Jesucristo como mi Salvador y mi sustentador. Para que viva solamente para ti en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo.
Pastor Abel Plata Orozco.
JLVV 19 de abril 2020
Fuentes:
- Henry Matew, comentario
- Inring Gary Cultivemos un corazón de contentamiento, serie tiempo de buscar Discovery
- Entendiendo los tiempos Tema contentamiento.
