Castigo misericordioso
Génesis 10 y 11
1.- Historia postdiluviana
Entramos ahora en la historia postdiluviana, que es una época que durará hasta que Dios destruya los elementos en el fuego y refinará todo como se refina el oro. Luego, Dios hará los nuevos cielos y la nueva tierra. Mientras tenemos la promesa de Dios confirmada por el arcoíris, que Dios no volverá a destruir la tierra con diluvio. Durante este tiempo el mundo seguirá las leyes de Dios y podemos confiar en la regularidad de la naturaleza.
Después del diluvio, la población de la tierra aumentó normalmente. En el capítulo diez vemos cómo pronto las familias llegaron a ser tribus, y las tribus se convirtieron en naciones. Se trata de la tabla de naciones, que no está en función de genealogías.
Este capítulo tiene su importancia. Trata de conducirnos a la situación del capítulo once. De la misma manera que la tabla de generaciones de Sem, en el capítulo 10:10-32 nos conduce desde la confusión de las lenguas hasta Abraham. El hilo conductor de estos pasajes es el pacto de gracia, y tenemos que seguir este hilo.
El contexto es la parte final del capítulo 9, donde notamos la persistencia del pecado. El pecado se iba extendiendo, permeando toda la raza humana, conduciéndolos a “ser como dioses”, que fue el pecado con que Satanás tentó a Adán y Eva.
2.- La torre de Babel
La llanura de Sinar llegó a ser “el cuartel general” de toda la raza humana, la sede de su gobierno “centralizado”. Está habitada por la humanidad pecadora y rebelde, con la intención de reemplazar a Dios. No tiene la menor intención de “llenar la tierra”, ni subyugarla al servicio de Dios, sino de concentrarlo todo en el mundo.
Su religión es el “humanismo” vuelto en idolatría. Su característica sobresaliente es “Un descarado desprecio por los derechos del otro y una excesiva y egocéntrica arrogancia orgullosa, llevada al grado extremo de exageración”. Es el pecado de todos los que no oran con el Señor “Venga tu reino, hágase tu voluntad”. Es el pecado que asedia a todo hombre natural. Su religión es una fe inquebrantable en el hombre mismo.
Su orgullo se basaba en sus descubrimientos científicos. En la llanura de Sinar hallaron barro que, al ser horneado, se hacía en ladrillos, que ellos pensaban que eran superiores a las piedras naturales.
Además, con el “asfalto” que servía para pegar los ladrillos podían hacerlos al tamaño que querían y juntarlos para hacer las construcciones que deseaban. Se habían convencido de que con tal ingeniería civil podían llegar al cielo, o sea, ya no había límites para el ser humano; ya podrá hacer lo que le viniera en gana. Con esa confianza iniciaron el proyecto de construir un edificio para llegar al cielo.
Los expertos están convencidos de que el edificio fue un tipo de “zigurat”, una construcción en forma de espiral que permite que otras espirales se hagan sobre la primera, cada vez ampliando el fundamento que permite ascender a nuevas alturas.
Pero, un proyecto de esta naturaleza requería la unidad, la unión de todos los seres humanos. Presuponía un absolutismo que se podía lograr solamente si todos hablaran el mismo idioma. Y éste fue un caso en que todos hablaban el mismo idioma.
La vida en la tierra de Sinar, era una vida de progreso y comodidad, que con entusiasmo trataban de avanzar en sus proyectos, pues tenían seguridad, no se querían separar, y en su seguridad encontraron un cambio importante de tecnología. Por lo que buscaban algo permanente que diera sentido a su vida y sirviera de orientación a lo que hacían, esto es que buscaban prestigio.
¿Qué había de malo en buscar el progreso? Que había una motivación que les causaba ansiedad “Por si fuéremos esparcidos” o sea tenían miedo a ser separados a quedarse solos cada quien por su cuenta.
Lo que estaban haciendo no agradaba a Dios pues se trataba de un progreso egoísta, y en su búsqueda de identidad había errado el camino, poniendo metas parciales, llegando a buscar el progreso sin propósito. Por eso Dios los tenía que juzgar para bendecirlos.
Habían perdido el sentido de la realidad, pues pensaban que todo les era posible, que el cielo estaba al alcance de su mano. Por eso Dios desciende para hacerlo volver a la realidad y dirigirlos hacia la bendición.
Dios “descendió” (otro antropomorfismo) para ver la “ciudad” aparentemente hacían más que una torre, que edificaban, “los hijos de los hombres”. Esta frase de los hijos de los hombres casi siempre se refiere al ser humano inconverso.
El Salmo dos comenta este tipo de situación, cuando los hombres se juntan contra Dios y contra su Ungido.
3.-El castigo misericordioso de Dios.
No podemos imaginar lo que hubiera pasado con una humanidad que hubiese llegado a la presencia de Dios, motivada por el egoísmo. Habría sido su eterna condenación, de inmediato y sin fallar. Dios no permite que la raza humana se lance así hacia su destrucción. El ser humano es terco. El comentario de Dios lo prueba “Nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer”.
Las obsesiones del hombre, las que él mismo piensa que son nobles, le conducen hacia su propia aniquilación. Pero Dios no permite que el hombre frustre sus propósitos. Dios siempre tiene en mente su pacto.
Con un acto simple, fácil para Él, y sencillo de entender. Dios castiga al ser humano y le bendice a la vez, confunde su lengua.
El hombre ya no puede juntarse para oponerse a Dios para tomar el lugar de Dios, para impulsarse hacia su propia destrucción. El ser humano ahora tendrá que cumplir con su tarea de dominar, como imagen de Dios, toda la tierra. A pesar de sí mismo y de sus propias intenciones, el hombre hará lo que Dios quiera. Dios es soberano.
Por cierto que el Pentecostés, la iglesia primitiva experimentó el principio de reversión de este proceso de confusión, al recibir el Espíritu Santo y al oír hablar a cada uno en su propia lengua, ya no habrá más confusión para el que tiene al Espíritu Santo.
En el cielo estarán todas las lenguas y tribus y pueblos y naciones. Tal como las distintas voces de un coro, se ofrecerá a Dios la armonía de alabanza en muchos idiomas.
Fuentes:
Arana Quiroz Pedro, “Progreso, Técnica y Hombre”, Editorial certeza, 1971. Págs. 26-31.
Nyenhuis Gerald, “Origen de la Promesa Evangélica Tomo I, Publicaciones el Faro, 1999. Págs. 65-67.
“Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra.” (Gen 11:9)
