Fidelidad de Dios y errores humanos

Génesis 27:1-46

Introducción

Del capítulo anterior a este pasaron muchos años, no sabemos cuántos, pero fueron amargos para Rebeca e Isaac, por las nueras, esposas de Esaú. Quien ya era un anciano como más de 100 años.

  1. La vejez de Isaac

Dentro de las aflicciones de la edad, estuvo la de perder la vista, algunos dicen que quizá tenía cataratas, según la descripción: sus ojos se oscurecieron sin vista. Hemos de suponer que las otras facultades también quedaron debilitadas, baste aquí mencionar lo de su vista para darnos una idea general de su condición. Isaac mismo se da cuenta del proceso que conduce hacia su desenlace final. Cuando llama a su hijo mayor, le dice: He aquí ya soy viejo, no sé el día de mi muerte.

Isaac amaba a Esaú, porque comía de su caza, aunque no nos parece razón suficiente para preferir a un hijo sobre otro, ahora en su avanzada madurez. Isaac sigue prefiriendo su comida preferida y el momento del banquete sería la ocasión perfecta para pasarle la bendición. ¿Caprichos de la vejez? Quizás, pero debemos recordar que el proceso de la santificación no siempre procede a la misma velocidad que el envejecimiento. En la persistencia en una actitud pecaminosa Isaac no muestra una sana espiritualidad.

  • La astucia de Rebeca

¿Cuándo podemos tomar la iniciativa para implementar los planes de Dios? Esta debió de haber sido una pregunta de Rebeca. Dios había prometido que el mayor serviría al menor, y ahora le parece que por la terquedad de Isaac esta promesa no se iba a realizar. Rebeca sentía que ella debía de hacer algo. ¿Hacía mal? Después de todo, lo que hizo fue actuar en base a la promesa de Dios, ayudándole en el cumplimiento.

Cuando juzgamos un acto moral, hay por lo menos tres momentos del juicio.

  • Juzgamos el acto en cuanto al motivo. En este caso es posible, aunque no seguro, que el motivo fuera cumplir la promesa de Dios y promover su reino.
  • Juzgamos el acto también en términos de su realización, si no contradice la expresa voluntad de Dios. En este caso Rebeca no puede sostener el juicio; su intriga engañosa fue reprobable.
  • El tercer momento tiene que ver con los resultados. Si los resultados del acto serían dañinos y perjudiciales a las otras personas, hay que juzgar la acción realizada o completada, como mala. Claramente la acción de Rebeca es condenable por el segundo punto, aunque no podemos estar seguros de que quedara limpia en cuanto al primero.

En este caso podemos decir que claramente Rebeca debió haber confiado en la promesa de Dios. Tomar el asunto en sus manos y hacer un engaño para realizar sus propósitos representa una falta de fe y confianza en lo que Dios haría. Su concepto de Dios quedó chico, y su ética faltante. Lo peor del caso, me parece, es que ella confesaba que sabía que lo hacía era malo y toma la responsabilidad como si fuera posible, por la participación de Jacob.

Los medios eran malos y no tenían justificación alguna.

  • Era injuria a Isaac, al engañarle aprovechándose de su ceguera;
  • También fue un daño a Jacob, enseñándole a engañar. Igualmente podía exponerle a escrúpulos interminables acerca de la bendición, por haberla obtenido mediante fraude.

Si Rebeca hubiese ido a Isaac y le hubiese traído a la memoria lo que Dios había dicho concerniente a sus hijos, y le hubiese mostrado que Esaú había perdido el derecho a la bendición, tanto por vender la primogenitura como por casarse con mujeres extrañas, es probable que Isaac hubiese sido persuadido a conferir a Jacob la bendición.

  • La participación responsable de Jacob

Jacob ya no era un niño. Tiene la misma edad que tiene su gemelo Esaú, quien tenía cuarenta años al casarse, y eso había pasado unos años antes. Los mellizos, a los mejor, ya pasaban de 50 años. Jacob ya era de la edad que no podía disculparse por su tierna edad o falta de experiencia. Ni le sería posible presentar como excusa que solamente cumplía con las órdenes de su madre, Jacob, aunque no se  nos presenta como muy varonil, es responsable por sus actos. No solamente participa en la trampa, agrega mentira directa a su catálogo de pecados.

¿Quién podía imaginarse que este hombre sencillo pudiese jugar su papel tan astutamente en un plan de esta naturaleza?

Pronto que se aprende a mentir: Yo soy Esaú tu primogénito.  He hecho como me dijiste. Come de mi caza, Pero es más asombroso que se atreviera a poner a Dios en medio,  Jehová tu Dios hizo que la encontrase delante de mí.

  • La bendición

Veamos ahora cómo dio Isaac su bendición a Jacob.

  • Lo abraza, en señal de especial afecto hacia él.
  • Lo ensalza: Olió Isaac el olor de sus vestidos y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, como el olor del campo que Jehová ha bendecido.
  • Ora por él y en esa oración, profetiza acerca de él. Con tres cosas es aquí Jacob bendecido: Abundancia,  Poder, y Predominio ante Dios e influencia en el Cielo: «Malditos los que te maldijeren, y benditos los que te bendijeren.»

Dios le bendice con éxito. Jacob sale con la bendición que legítimamente es suya. El engañador es premiado, pero no por su engaño, sino porque Dios lo tenía prometido desde antes. Dios no deja que el pecado estorbe sus propósitos. Satanás quizá pensaba que podía frustrar los planes de Dios de seguir la línea de Set hasta el Gran Sustituto haciendo pecar de esta forma a Rebeca y a Jacob. Pero Dios cumple con su palabra y sigue adelante con sus planes. El frustrado es Satanás.

La bendición que recibe es un resumen de la bendición que Dios dio a Abraham, cuando hizo pacto con él. Esto es cuando le dio la promesa con juramento que es el pacto de gracia.

Se ve la rebeldía de Isaac en que éste pensaba que pronunciaba estas palabras a Esaú, quien había vendido la primogenitura, porque la despreciaba. Pero ni Isaac pudo anular la promesa de Dios.

  • El enojo y una huida

La astucia de Rebeca, no tan maliciosa ahora, encuentra la manera de proteger a su hijo favorito del enojo de Esaú que había jurado matar a su hermano. Haciendo recordar a Isaac la amargura que sufrían por las mujeres idólatras de Esaú, Le aconseja que mande a Jacob a casarse con una mujer de la familia del hermano de Rebeca, y familiar de Isaac también.

Jacob obedece la voz de su padre y emprende el viaje, y a los cincuenta y tantos años empieza una nueva época en su vida. La historia del pacto ahora se fija en Jacob; las promesas de Dios dependen de este engañador. La historia que sigue mostrará la fidelidad de Dios a su pacto.

Por su parte Esaú al darse cuenta que a sus padres les agradaba tener nueras de la familia toma a una mujer de la familia de Ismael,  medio hermano de su padre.

Para nosotros hoy

  • Reconoce el tiempo en que vives, reconoce que ya estas viejo y que la santificación no viene con la edad, sino por una sana espiritualidad.
  • Ora para que sepas “Cuándo tomar la iniciativa para implementar los planes de Dios”
  • Confía en las promesas de Dios Si vas a tomar el asunto en tus manos procura no hacerlo con engaño. Mejor hazlo con fe y confianza en Dios.
  • Aunque aprendemos a mentir pronto no lo hagamos, ni pongamos a Dios de por medio.
  • Bendice a tus hijos, nietos o a tus padres. Dios no podrá ser engañado, y Él cumplirá su promesa, a pesar de nuestros errores. La más grande bendición que puedes hacer a tu hijos y nietos es exponerlos al evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.
  • Dios no deja que el pecado estorbe sus propósitos. Satanás quizá pensaba que podía frustrar los planes de Dios haciendo pecar a Rebeca y a Jacob. Pero Dios cumple con su palabra y sigue adelante con sus planes.

Fuentes:

Nyenhuis Gerald “Origen de la promesa evangélica” Tomo II, Publicaciones el Faro, S.A. de C.V. Mayo 2000.

Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry . 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.

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