Miedo a las promesas del pacto
Génesis 28:10-22
Introducción
Jacob estaba en la línea del pacto: era el portador de él, pero todavía no había recibido ninguna confirmación de ello. Lo que sabía del pacto lo había aprendido de su padre Isaac y, debido a la preferencia de éste por su hermano Esaú, es muy posible que la comunicación no fuera tan amplia, ni clara ni profunda.
Quizá Jacob pensaba que su motivo del viaje era por la ira de Esaú y no por que tuviera relación con el pacto, puesto que sabía muy poco de él. Es difícil decidir cuál de los dos propósitos era más importante en el pensamiento de Jacob.
Se advierte en el relato que es hasta cuando Isaac despide a su hijo que le expresa más ampliamente la bendición como promesa del pacto, en sus términos propios de Isaac, le bendice con bendición divina: fructificando, y con muchos hijos y heredando la tierra que Dios dio a Abraham.
Mientras tanto Esaú moría de envidia y se casó con una hija de Ismael, seguía tratando de dar en el blanco sin atinarle, que es otra acepción de pecado.
Esta historia, sin embargo, no es meramente una historia de Jacob. Estudiamos en Génesis las historias de los grandes actos de Dios en función del pacto, es la manifestación de su gracia para toda la humanidad, y es soberano en la administración de él. En esta ocasión vemos de nuevo la iniciativa divina en función del pacto de gracia.
- El Dios del pacto aparece a Jacob
Jacob salió de Beerseba, residencia de su padre, al sur de la tierra prometida, y se dirigió hacia el norte y un poco hacia el oriente, en dirección de Padam-Harán, el lugar de sus tíos. Aunque el texto no lo dice, es seguro que la visión que recibió, se la dio Dios la primera noche de viaje, ya que el lugar que Jacob llamó “Betel”, que se llamaba Luz antes, está a un día de camino al norte de Beerseba. Allí hizo los preparativos para pasar su primera noche en el campo.
Todo el relato indica que Jacob no pensaba en Dios. Quedó sorprendido por la revelación. No buscaba a Dios, no construyó un altar, ni pedía consejo ni ayuda. Dios tomó la iniciativa para hablar con Jacob, y Jacob mismo expresó su sorpresa de que Dios se le presentara en el camino.
Seguramente Jacob pensaba en Dios en términos de sus vecinos paganos, quienes pensaban que todos los dioses eran “locales”, o sea, restringidos a cierta localidad. Jehová, para ellos, era un Dios poderoso y bondadoso, pero la esfera de su influencia se centraba en Beerseba y en el sur de Palestina. Los otros lugares tendrían sus propios dioses, y es muy posible que hubiera lugares que no tendrían dios propio. Los “diositos” de aquel entonces llevaban alguna semejanza al “santo”, el patrón del rancho o del pueblo, que suele darse en los lugares que llevan influencia del romanismo mediterráneo. La sorpresa de Jacob se expresó no solamente por el hecho de que Dios se le presentó, sino también porque Jehová estaba en ese lugar. El versículo 16 nos da las palabras de la expresión de su sorpresa. Jacob mismo dio testimonio de que la iniciativa fue de Dios.
- La visión en que Dios se presenta
Jacob vio en su sueño una escalera apoyada en tierra, pero que llegaba hasta el cielo. El camino para llegar a la presencia de Dios, pues el cielo es la presencia de Dios, está provisto. En esta escalera, los ángeles, agentes de la providencia de Dios, subían y bajaban. Los ángeles han estado en la tierra.
En la visión, o sea, en el contexto de la escalera, Dios habló a Jacob. Las mismas que Dios había pronunciado varias veces a Abraham. Las palabras designan a Jacob como portador de la promesa. Dios mismo se identifica: es el Dios de Abraham y de Isaac, para dar énfasis sobre el hecho de que es el Dios del pacto. Le repite la promesa dada a Abraham: Tierra, Descendencia y Bendición a todas las familias de la tierra.
También es Dios de la historia y de toda la tierra, por eso puede disponer de la tierra como quiera y desarrollar en ella sus propósitos.
En este sentido tenemos que entender la promesa de la providencia especial que Dios prometió a Jacob, de que siempre estaría con él, su siervo.
Cuatro promesas que Dios le da a Jacob para desarrollar sus propósitos: Vrs 15
1.- Presencia de Dios. Quizás nunca había estado solo en el campo, Pero Dios estará con él. Siempre.
2.- Protección. “Te guardare donde quiera que fueres”. Dios sería su guarda
3.- Dios será su guía hasta su regreso a casa “…y volveré a traerte a esta tierra”
4.- Dios le promete Seguridad. “Voy a cumplir con lo que te prometí.
El propósito especial y eterno de Dios se ve en la en la repetición de las palabras “Y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente”. El proyecto es más grande que el cuidado de Jacob. Jacob es el objeto especial de la atención de Dios; Dios lo ama con un amor eterno y lo salva. También le da un lugar de importancia en el plan para la salvación del mundo. Dios no necesita a Jacob para realizar sus propósitos; sin embargo, le da una participación en la realización de la bendición para el mundo entero.
- Jacob, por gracia responde con un voto
Cuando Jacob se despertó se dio cuenta de la importancia de lo que le pasó. Supo que había estado en la presencia de Dios, y también se dio cuenta de que siempre había estado en la presencia de Dios. El lugar de la revelación es tan real y concreto que se puede marcar con una piedra y puede llevar el nombre “Betel”, casa de Dios. Dios realiza sus planes para nuestra salvación en el mundo en que vivimos; sus actos son reales y verdaderos; son “históricos”.
Jacob sabía que pertenecía a Dios. Expresa su nueva relación, o mejor dicho, una nueva conciencia de su relación con Dios con un juramento. Porque ahora está seguro de que Dios estará con él en toda su vida, hace una promesa para ratificar esta nueva conciencia. Promete diezmar.
Veamos la respuesta final más de cerca: Es una respuesta egoísta, (me, conmigo, mi), duda, sin confianza en Dios y parece que está negociando con Dios. Si me conmigo y mi, Jehová será mi Dios. Si no hay otra alternativa, entonces voy a confiar. Tres cosas que intenta negociar: 1.-Jehová Sera mi Dios, 2.- Ofrece hacerle un monumento a Dios (vr. 22ª). 3.- Ofrece el diezmo de todo que me dieres, Jacob pensó que podía sobornar a Dios con diez centavos.
Dios responde a esto con silencio, Jacob va a estar 21 años sin escuchar la voz de Dios. Y también responde con paciencia y lo pondrá de alumno con un maestro en el engaño llamado Laban.
Otra interpretación es si consideramos que se ésta usando el futuro del subjuntivo, que casi no usamos hoy en día; entonces no implica duda, sino seguridad. Jacob, sabiendo de la providencia de Dios, se compromete a diezmar. Todo el pueblo de Dios debe hacerlo. No como una condición para que Dios nos dé más, sino en reconocimiento de lo que Dios es y nos comparte. Dios es soberano y todo le pertenece, pero se complace en compartir lo suyo y nos lo otorga como administradores de su gracia.
Finalmente, Nuestro Señor Jesucristo uso este ejemplo cuando hablaba con Natanael, y le dijo
Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. 48Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. 49Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. 50Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. 51Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.
Jesús declara que la profecía se ha cumplido, porque en Génesis 28:12, los ángeles subían y bajaban por una escalera vacía, pero ahora suben y bajan «sobre el Hijo del Hombre»; es decir, ya ha aparecido el Mesías, el vínculo de reconciliación entre el Cielo y la Tierra, el único Mediador entre Dios y los hombres (1 Ti. 2:5), el cual será, según la carne, descendiente de Jacob (Ro. 9:5) y bajará del Cielo para salvarnos.
Fuentes:
Nyenhuis Gerald “Origen de la promesa evangélica” Tomo II, Publicaciones el Faro, S.A.de C.V. Mayo 2000.
Ventura, S. V. (1985). En Nuevo diccionario bíblico ilustrado (pp. 952–953). TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
